domingo, 23 de septiembre de 2012

un día sin piso, un día sin cielo


El agua llegaba hasta las rodillas
el mar iba y venía y yo me dejaba mojar, escuchando todo, hasta mi respiración
y vino gigante, una ola empujada desde el fondo de la tierra para llevarme a otro lugar
yo no queria irme
respiré, grité, traté de flotar y ella me jalaba, me pedía que deje todo
me quitó el pisó, me quitó el cielo y me entregó a los pensamientos
todos ellos pequeños, todos ellos certeros
amé
viví
fui feliz
y mis ojos lloraron la despedida, mezclándose con el mar
y pensé tanto en mi pequeña niña, que un día se fue, haciéndose océano
y cuando me disponía a morir, me acordé de tí y te pedí que callaras al viento y me dejaras pisar tierra de nuevo
y vino él,  con su mano reconstruída, vino a sacarme de este brutal viaje, me montó en una ola tan grande como la primera, pero que en vez de llevarnos nos quiso botar en la arena como restos de un cuerpo, como escupitajos de un monstruo feroz
Y ahí nos encontramos de nuevo, llorando, con nuestros cuerpos llenos de agua, abrazados por la fragilidad,
la humanidad, inmensa y diminuta,
todo y nada a la vez,
frente al mar.



Relato de un encuentro con el mar en marzo del 2008
Foto: Enric Adrian

No hay comentarios: