jueves, 14 de marzo de 2013

los discursos sobre mí

En cada conversación entre tú y yo, entre nosotros,  me armo de mis discursos.
En cada encuentro trato de encontrar mis mejores palabras, mis mejores ideas.
Cada intercambio es un escenario donde me niego, donde me presento como indestructible.

Siento la necesidad de volverme radical, de hacerme a un discurso, de tener una militancia en tiempos donde la tibieza nos rebasa y donde la condición del otro es casi accesoria.
Y de repente no quiero perder, perderme, perder mis dudas, mis vacíos.

Busco el silencio, ese donde me vuelvo efecto de tus palabras, de tus silencios. Ese que me permite desarmarme y destruirme. Donde mis rastros se dividen, caen y me quiebran.

Soy torpe para las certezas, eso me hace buscarlas y apenas encontradas las planto como bandera de batalla, pero al final sólo cae la lluvia, tu violencia, tus discursos, tu dios y caigo yo ante mí,  con las manos vacías, pero con tanta vida que podría morir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay laberintos de los que no se puede escapar sin morir un poco y, sobre todo, sin dejar que alguien se muera. JP

Antonieta dijo...

sabio amigo, sabio.