lunes, 29 de abril de 2013

cosas perdidas

Desde hace un mes uso delineador líquido en el párpado superior de mis ojos
He perdido la lozanía de la mirada
Desde hace un mes tengo el pelo casi igual de largo como cuando tenía 15 años
He perdido la valentía para cortarme el pelo
Desde hace 10 meses uso el metro de Paris
He perdido mis pies de niña mimada
Y a las pérdidas se suman los encuentros en el metro, unos inolvidables, otros fugaces como el pan del desayuno

Hoy llevaba mis tacos, mis ojos delineados y no hubo mirada que me emocionara más que la de una niña
Zapatos plateados y un tutú  blanco, de la mano de su padre extranjero
Ella entró y me regaló una sonrisa de inmediato
Yo no hice más que sentirme halagada y le devolví la sonrisa, la que había guardado durante todo el día entre el apuro y las veredas

En sus manos que habían dejado de ser recién nacidas hace ya algunos años la niña llevaba un pañuelo que hacía pasear entre sus dedos
El recorrido era seguido de cerca por sus ojos árabes y cuando el juego se detenía me volvía a mirar, me volvía a sonreír

Sólo podía estar feliz ante semejante alegría de ver su alegría
Sólo podía devolver todas las sonrisas que quise dar hoy y no pude
Sólo la miraba queriendo entender cómo saca tanta felicidad
y el pañuelo se detuvo otra vez, pero la mirada esta vez no volvió a mí,
se quedó detenida en el pañuelo abierto que contenía un diente muerto.

Ella me sonreía para mostrarme la felicidad que le había dejado su pérdida.

Y yo invoco nuevamente al encanto de la pérdida, ese que que se alegra de tu paso por mi vida y no se aferra a ninguna encía.



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