sábado, 1 de febrero de 2014

Mujer bicolor

Ella tiene las uñas de dos colores; el primero es el color desgastado del trabajo y el otro es el rosado que le quedó desde la última vez que se dio tiempo para arreglarse. 

Ella tiene los ojos de dos colores; el uno es café como el líquido que pone en su taza desportillada todas las mañanas, como la única certeza que tendrá en el día, el otro ojo es café también, pero hoy está rodeado de un azul-verde producto del golpe que hace días le propiciara su amante, su compañera de calle, el hombre al que quiso quitarle su celular o su padre. 

Sus zapatos son de dos colores, un gris pintado por el tiempo que le ha tomado recorrer París y todas las líneas de su metro y todas las calles de su historia en búsqueda de eso que dicen es un porvenir, mezclado con el rosado de sus cordones tan parecido al rosado sobreviviente de sus uñas. 

La bandera de esta niña-mujer no sé cuántos colores tiene, ni sé si tiene bandera, no sé siquiera si a ella le interesa contarlos ni reconocerlos mientras pinta su mirada triste y abandonada en el verde-blanco de los vagones de este tren que nos abraza a las dos durante un gris invierno de un Enero que se llevó las esperanzas naranja - violeta pintadas en el sombrero de la otra mujer, que sentada al lado mío mira con sospecha el ojo verde-azul que no combina con su vida rosada, que no combina en realidad con ninguna vida.

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