domingo, 6 de junio de 2010

Inti Illimani


¿De dónde viene la música? ¿Quién y cómo la creó? No son preguntas que se presentan en mi cabeza a diario, que forman parte de lo cotidiano. Pero hoy, una noche más de domingo, me han regalado un encuentro con Inti Illimani y parece como si por primera vez los escuchara, como si por primera vez me hiciera estas preguntas y como si por primera vez algo pudiese ser respondido.
Y en mi diminuto intento por responder siento que su música viene de nuestra geografía, que las montañas deben sonar así, que en la soledad de los páramos, la tierra debe encontrarse contigo y a falta de palabras debe querer decirte con música lo que siente, lo que ha vivido. Siento que así deben cantar los Andes, que a veces lloran, que a veces se ponen tan contentos que se llenan de colores verdes, de elevaciones salpicadas. Y nosotros no somos tan distintos a nuestra geografía y sus accidentes, somos también esa música, llena de fuerza, exaltación, detenimiento, lucha y lágrimas.

Hoy me siento tan feliz de ser una mujer andina.

viernes, 23 de abril de 2010

silver lady

Una, dos, tres, cuatro, hasta ese número alcancé, hasta ahí pude enumerarlas. Ahora ya no las puedo contar, están empezando a habitar mi cabeza y yo sigo viviendo con mi mamá. Las miro en el espejo y disfruto del nuevo color que me regalan, no me asusta empezar a ponerme canosa. Bienvenidas, Welcome, bienvenu, willkommen.

domingo, 4 de abril de 2010

You smiled at me like Jesus to a child

Un momento
La belleza
Tú eras, tú fuiste
Yo sigo siendo
Tú sigues sin estar y tu ausencia es la más real de las permanencias
¿Cuándo te miré, cuándo me miraste por primera vez?
No tengo recuerdo de ese momento, no puedo tenerlo, sólo puedo imaginarlo.
Donde sea que estés, espero que tú lo recuerdes
Buenas noches.

domingo, 10 de enero de 2010

El domingo y su verdad


A veces considero que los días domingo son días de revelación. Esta creencia puede tener un origen religioso porque fui educada en un colegio de monjas, pero en los últimos años, donde he construido una enorme distancia con la religión, esta creencia está plenamente sustentada por esa sensación que empieza cada domingo a las 6pm, cuando la mayoría del día se ha consumido y la exigencia de funcionamiento del lunes empieza a visitarme. La verdad que se revela el domingo es variada; a veces se mantiene por el resto de la semana, a veces parece una certeza, otras veces se transforma en duda rápidamente y en la mayoría de ocasiones se evapora apenas empieza el involucramiento con lo que uno quiere hacer, tiene que hacer y debe hacer.
Este domingo me ha traído una verdad que tiene música de fondo, imágenes tuyas y mías pero sobre todo tu rostro. Este domingo me revela que te amo y es una verdad que entra en la categoría de certeza.

viernes, 1 de enero de 2010

MINUTOS DE PEQUEÑEZ



Los 174 cm que marca el metro pegado al borde de la puerta dicen en primera instancia que soy una mujer alta, hecho físico que no puede ser jamás interpretado como si fuese una mujer grande. A mis casi 28 reconozco haber adquirido la capacidad de hacerme diminuta, de que las palabras de otros me reduzcan a una mínima expresión. Esta capacidad se sustenta sobre todo por haber deformado mis oídos, encargados de decantar las palabras de tal manera, que aquellas que pueden herir parecen ser las únicas que producen un eco que se dirige hasta ese sector que se ubica de una forma un tanto arbitraria como el encargado de las emociones; el corazón. Otro aspecto importante de esta disminución de mi misma es que creo poder reconocer que esas palabras hirientes no son gratuitas, hay algo en mi que las provoca y en el momento de defenderme no apelo a otras palabras, apelo a un modo de defensa absurdo, infantil, pre-histórico diría yo; apelo a hacerme pequeña como una oruga. No puedo definir aún las intenciones de esta metamorfosis, pero mantengo la hipótesis que plantea una relación directa entre hacerme pequeña y pedir protección, esta relación es casi siempre interpretada por el emisor de las palabras como una forma de ponerme en posición de víctima. Y quien sabe, esta interpretación no sea del todo errada porque la víctima busca siempre un rincón seguro, que no la implique en lo sucedido. En mis momentos diminutos no busco una evasión de mis responsabilidades, creo que busco una forma de atravesar palabras que a ratos parecen muros, una forma de acercarme a alguien que a ratos ya ni me mira, y es una reacción inmediata, incontrolable; se me cierra la garganta que ya no quiere pronunciar nada y lo que quiero decir se hace agua, agua salada, la pócima especial para la pequeñez . Y una vez más me quedo aquí, preguntándome cómo volver a crecer, como sacar esa fuerza y ese aprendizaje del que tanto se habla después de cada evento denominado como experiencia. Todavía no sé cómo, los 174 cm no significan nada.

domingo, 13 de diciembre de 2009

tiempo y espacio, el Arca Rusa


El motivo de este post no me lleva a narrar una historia, a describir una película o a hablar de la audacia de su director y la eficacia de su equipo técnico. Ver por primera vez el Arca Rusa me motiva a hablar de la vida o de mi vida, sin pretender diferencias porque si hablo de la vida, inevitablemente hablo de la mía. En todo ésto que dejo en este espacio virtual, correrá una autobiografía que tal vez no existe en la realidad efectiva, pero sí en la realidad del deseo.
Una historia sin cortes, sin posibilidad de rehacerse. Acompañada por una especie de guía que atraviesa los escenarios con un tono sarcástico, una mirada graciosa y unas manos dulces y enormes que nos señalan aquellos elementos universales en cualquier historia, en cualquier vida; una mujer, un hombre, la música, la representación, la belleza, la estética.

jueves, 1 de octubre de 2009

HOLD ME CLOSE TINY DANCER


Dando vueltas para ir hasta lugares desconocidos, me encontré con ella. Antes de nuestro encuentro la vi ensayando, sin poder reconocerla. Ahí estaban sus piernas, sus brazos, haciéndose y deshaciéndose en formas hechas de cera. Entré a una habitación y ahí estaba, incólumne y frágil, mirando hacia algún lugar, como sabiendo que la vemos, como sintiendo algo de verguenza también. Su pelo bien recogido, sú tutú envejecido y sus intentos para verse esbelta que parecen no terminar. Ella brilla todavía y lleva encima las huellas dactilares de su amo. Ella siente el calor que un día hará que desaparezca y para no llorar sigue mirando al frente, para no partir le han hecho una hermana de bronce, la convirtieron en eternidad.


"Little dancer aged fourteen" Edgar Degas.

National Gallery of Art. Washington D.C.